Otra reseña de Nunca fuimos a Katmandu

Dice Mimosa, del blog
http://mimosa-empezardecero.blogspot.com/


Cuando leemos un libro que nos gusta, solemos comentar con los amigos de él, lo prestamos, nos interesamos porque otros sepan del mismo, lo compartimos en una tarde de cafés,......o por lo menos, así lo hago yo.


Este llegó a mis manos de la ventana abierta por Felisa y Ernesto, así que seguí la pista dada hasta encontrarlo de manos de su autora Lola Mariné, y fisgoneé como un gato por el tejado.

El título me produjo cierta curiosidad, así que lo compré. Fui leyéndolo de a poco, más que nada por el tiempo libre contado que tengo, en la parada y ya en la guagua, de casa al trabajo y del trabajo a casa, en las esperas, antes de decirle adiós al día, y a cada pequeño hueco que encontré.

Le he dado vueltas a que decir sobre el mismo, definitivamente no sirvo para realizar una crítica objetiva, así que opto por dejar mis pensamientos tal cual me vienen.

NUNCA FUIMOS A KATMANDU, es una historia de hoy, nos cuenta las vidas entrelazadas de cinco mujeres, cada una de ellas con una forma diferente de visionar la vida. Es una novela cargada de sensaciones, de un lenguaje dulce que habla por sí solo y te arrastra sin darte cuenta hasta el fondo, haciéndote parte de la historia, haciéndola un poco tuya, sonríes, lloras, y piensas.......Laura, Elena, Gloria, Teresa, Ruth, te vistes en cada piel y entiendes. Es uno de esos libros que volveré a leer, uno de esos que guardaré con cariño y con mimo. Gracias Lola, nos regalas un libro con vida propia.

Dejo un pequeño trocito nada más,.....

" De aquel verano ya sólo quedaba un lejano recuerdo. Las hojas secas del otoño, que luego tapizaron las aceras, fueron barridas de las calles por efecto del viento y de las lluvias. Después, los árboles mostraron durante un tiempo su desolada desnudez y el frío reinó en la ciudad. Pero una nueva primavera avivó los espíritus adormecidos en el letargo invernal y revistió los parques y arboledas de hojas nuevas. Y otra vez el verano ocupó su lugar para cedérselo, más tarde, a la estación de la melancolía, hasta que ésta pasó de nuevo el testigo al largo invierno, en el reiterativo e imparable devenir de las estaciones y los días......."

Mimosa


¡Gracias, Mimosa!